martes, 23 de febrero de 2016

La contracrítica de los Oscar (VII): 2002, 'Chicago' vs 'El pianista'


Esta séptima entrega en Rebuscando el Norte cruza el umbral del Efecto 2000 para meterse de lleno en el siglo XXI, que también nos ha dejado algunos números destacables de películas que ganaron el Oscar y no debieron llevárselo. La Academia sabrá cómo se las gasta, claro está, pero aquí estamos para dejar sobre la mesa las cartas y que cada uno dictamine. 23 de marzo de 2003, LXXV ceremonia de los Oscar, presentada por Steve Martin. Cinco cintas nominadas a Mejor película: Chicago, Gangs of New York, Las horas, El Señor de los Anillos: las dos torres y El pianista.

¿Quién se llevó el Oscar?: Chicago
Si con Gente corriente se recurrió al boom del melodrama entre los setenta y ochenta, el nuevo milenio recuperó un fenómeno olvidado en el cine: el de los musicales. En 2001 triunfaba Moulin Rouge!, la película del australiano Baz Luhrman instalada en el París de comienzos del siglo XX. La historia romántica entre Edward Norton y Nicole Kidman a modo de coral versionando éxitos de Elton John (puede que el más recordado), Madonna, Nirvana o David Bowie. El musical tocó con Chicago la fibra del espectador, fue una patata caliente, un fenómeno obsesivo que tenía que saltar por cualquier lado. Lamentablemente, saltó por todo lo alto, y la Academia fue partícipe de ello. Alguien puede pensar que fue la forma más satírica de pedir perdón a Cabaret por no concederle el Oscar a Mejor película en su momento. Barbaridad de comentario digan lo que digan. Volviendo a Chicago, la cinta de Rob Marshall optaba a 13 nominaciones y consiguió seis. Más allá de los premios técnicos, solo tocó alto (quitando película) en Mejor actriz secundaria para Catherine Zeta-Jones. Honestamente, a menos que uno esté obsesionado con los musicales, ¿alguien recuerda en 2016 la película?



¿Quién debió llevárselo?: El pianista
La película que debió haber ganado el Oscar aquella edición fue El pianista, la durísima obra del cineasta polaco Roman Polanski en la que mostraba al espectador su inquebrantable mirada en la lucha de un músico judío (Adrien Brody) para sobrevivir en unas pésimas condiciones en el gueto de Varsovia durante la Segunda Guerra Mundial. Tanto Polanski como Brody se llevaron el Oscar por su trabajo detrás y delante de las cámaras, así como Ronald Harwood por el guión adaptado. Se llevó la Palma de Oro en Cannes y barrió -literalmente- en los César franceses. Pero ahí quedó el capítulo de una película que merecía más reconocimiento al otro lado del charco, y en concreto en la costa oeste. Quizá los académicos buscaron no repetir la estela de La lista de Schindler y por eso la decisión de Chicago, un cambio de aires, algo más revitalizante y que no hiciera pensar mucho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario