lunes, 31 de diciembre de 2012

Hare Krishna, George


Muchos pensarán que The Beatles eran John Lennon y Paul McCartney. Representaron la lucha encarnizada de dos egos –asombrosos, todo hay que decirlo– por hacerse con el timón de un grupo que no solo ha dejado huella, ha hecho historia en la cultura. Pero había música más allá de todas sus canciones, que cualquiera reconocería en pocas frases o acordes, y quien mejor representó la tercera vía, esa alternancia a lo establecido, era George Harrison. Su vida y obra pasaba por desapercibida para muchos que hemos mamado el grupo desde chicos, por el canon establecido, pero gracias a Martin Scorsese, melómano extravagante, se ha dado a conocer los pasos del genio creador de Something y Here Comes the Sun.

Living in the Material World (2011) hace un recorrido bastante completo por la vida y obra de Harrison, desde sus modestos orígenes pasando por sus pinitos en The Quarrymen, la llegada a la fama con The Beatles, las drogas y la influencia hindú, los descalabros finales de The White Album y Let It Be y su trayectoria en solitario. Un proyecto ambicioso que entremezcla declaraciones de Harrison, grabaciones caseras y entrevistas a multitud de personas que compartieron escenarios, confesiones, giras y un largo etcétera con él, como Paul McCartney, Ringo Starr, Yoko Ono, Dhani y Olivia Harrison, Pattie Boyd y Eric Clapton entre otros.

A pesar de que Scorsese trata la figura de George Harrison con formalidad, no se puede negar su pasado como beatle, y las polémicas que acabaron con la banda británica daban para muchos más minutos que los que el metraje dispone. Algo más de mala leche y los acordes de I, Me, Mine para explicar el pesar de Harrison por los desaires y discusiones que se extendieron hasta los últimos suspiros del grupo no hubieran venido nada mal. Es increíble comprobar cómo el músico más callado del grupo tuviera tanto por mostrar. Gran parte de los trabajos que dejó en su primer trabajo en solitario, All Things Must Pass (1970), son esbozos y proyectos ninguneados por sus compañeros años atrás. La dulzura con la que trató My Sweet Lord, el cabreo –supuestamente– hecho canción en Wah-Wah, la energía de What Is Life o la solemnidad de All Things Must Pass dan nota de la fuerza imponente de un George Harrison acompañado del estrambótico productor Phil Spector y músicos de la talla de Billy Preston, Eric Clapton, su excompañero Ringo Starr o Klaus Voormann.

Dentro del recorrido biográfico que Scorsese realiza, denota el carácter filantrópico del músico, que le llevó junto a Ravi Shankar a realizar el primer concierto multitudinario benéfico para las víctimas de la guerra en Bangladesh en 1971 en el Madison Square Garden. Su divorcio con Pattie Boyd y su posterior relación con Olivia Trinidad, así como su amistad con los Monty Phyton, quienes le deben en parte el proyecto de La vida de Brian (1979) que él financió hipotecando su casa y su estudio. La tristeza por el asesinato de John Lennon, los altibajos de su carrera curados con su hijo Dhani y con la nueva relación con Bob Dylan, Roy Orbison, Tom Petty y Jeff Lynne con el grupo The Traveling Wilburys. El ataque que tuvo en 1999 y su lucha contra el cáncer, que acabó con su vida el 29 de noviembre de 2001.

El director neoyorquino ha conseguido a la tercera, tras sus trabajos como No Direction Home: Bob Dylan (2005) y Shine a Light (2008), plasmar la esencia biográfica en el género documental. Un núcleo que compacta la música y la cultura de una generación legada a las sucesivas para descubrir la figura de un músico que expresó todo un mundo cuanta mayor era su libertad creativa. Que creía en el porqué de las cosas, en el equilibrio del universo y la causa-efecto y en el amor como bases para hacer el bien, regla que llevó hasta sus últimos días. Hare Krishna.

Datos a tener en cuenta: 
Director: Martin Scorsese
Reparto: George Harrison, Paul McCartney, Ringo Starr, Yoko Ono, Olivia Harrison, Eric Clapton...
Género: documental
Nacionalidad: estadounidense
Duración: 208 aprox.
Clasificación: para todos los públicos
Valoración personal: 10
 

sábado, 29 de diciembre de 2012

La noche más oscura


Todo el mundo se sobrecogió aquel martes 11 de septiembre de 2001 cuando Estados Unidos vivió su jornada más horrible en este joven siglo XXI. Cuando las Torres Gemelas de Nueva York fueron el objetivo de dos aviones suicidas, las miradas de aquel ataque suicida se dirigieron a Osama Bin Laden, quien también estuvo a la sombra del atentado en la misma zona del WTC en 1993. Más de tres mil víctimas, cuatro aviones colisionados, el sistema financiero y militar del país en jaque, y el país de las nuevas oportunidades juraba pagar aquella tragedia con todos los medios a su alcance -bastantes- hasta lograr llegar a la cabeza que ideó todo aquel horror.

Casi diez años después, cuando menos se esperaba, los medios internacionales abrieron el 2 de mayo de 2011 con el anuncio de que Estados Unidos había conseguido llegar al final: habían matado a Osama Bin Laden. Al otro lado de todo aquél tinglado militar, Kathryn Bigelow (Le llaman Bodhi, K-19, En tierra hostil) y Mark Boal vieron como la película que querían hacer contando una misión fallida en búsqueda de Bin Laden en la zona de Tora Bora se convertía de la noche a la mañana en el máximo logro obtenido por la CIA en los últimos años. Una oportunidad que obligó a dar un giro de 360º  reubicando la situación, a cambiar la trama y, obviamente, el final. Menos de un año después de los hechos, y con acceso a documentos clasificados de la operación, con testimonios de los protagonistas que lo llevaron a cabo, el próximo 4 de enero llega a los cines el proceso planeado que se dio para encontrar al enemigo número uno: La noche más oscura (Zero Dark Thirty).

No exenta de polémicas -como el caso de las torturas que se hicieron para sonsacar la información precisa- la producción ha recibido los primeros ataques del Partido Republicano, que lo ven como un hilo argumental en pos de alentar la actividad de Barack Obama, pero la crítica estadounidense ya la ha aclamado como la firme nominación ganadora de los Oscar. A falta de dos meses, y con los Globos de Oro y los BAFTA como antesala, es difícil atinar con el resultado, pero todos destacan el carácter frío, algo sobrio pero fehaciente, que muestra lo nuevo de Bigelow, donde impone carácter la "fiera" que Washington ha trasladado a Islamabad para liderar aquello: Maya (Jessica Chastain). Una mujer sola en un mundo de hienas, pero con carácter más que suficiente para hacerse notar con frases tan contundentes como "I'm the motherfucker that found this place".

Zero Dark Thirty fue el nombre que puso el equipo de los SEAL encargados de ejecutar la misión. En una pesada, como citaban, noche cerrada, había que encontrar y capturar a Gerónimo (nombre en clave de Bin Laden). Quédense con la escena del asalto a la casa, que dejará al espectador sin parpadear atento en su butaca a la historia que todos hemos oído pero no visto, la de cómo murió el mayor terrorista de la historia contemporánea. Quizá con ella se cierra un círculo de diez años de odio descontrolado, momento que algunos han visto en el cine como una particular vendetta saldada.