viernes, 27 de abril de 2012

El hombre sin pasado

Con retraso respecto al resto de países occidentales, el próximo 4 de mayo llega a nuestros cines El hombre sin pasado, la última película del director Lee Jeong-Beom. Avalada por la crítica internacional, ha recibido diversos galardones en Corea del Sur. El título invita a indagar el porqué de dicho nombre, y a medida que se descubren los entresijos de este thriller policíaco, el espectador va descubriendo a un protagonista frío y solitario (Tae-Shik) con un pasado largo e intenso que quiere olvidar, reconvertido en un prestamista del tres al cuarto cuya única amiga es una niña de diez años, So-mi, una ladronzuela de barrio cuya madre, que se dedica a la prostitución, apenas está en casa.

Cuando la madre se ve involucrada en un intercambio de drogas que implica a una mafia surcoreana, con contactos de las mafias china y vietnamita, ésta decide secuestrarla a ella y a su hija, lo que obligará a Tae-Shik a lanzarse en una misión por recuperarlas cueste lo que cueste. No sólo él está interesado en encontrar a sus secuestradores, también la brigada antidroga de la policía, que lleva tiempo detrás del grupo sospechando que sus actividades van más allá del tráfico de drogas. Poco a poco se descubre que también se dedican a la prostitución, al tráfico de niños y a la venta de órganos.

Jeong-Beom, quien además de dirigir ha escrito el guión, presenta una historia sólida que desprende tensión y una estética bien cuidada. Pero además de eso, la película ofrece un sinfín de acción con varias dosis de violencia. Da igual si es en un campo de golf, en un parking o en los baños de una discoteca. Cualquier sitio es bueno para sacar las armas y liarse a tiros. Alguien puede pensar en la similitud con Kill Bill I (Quentin Tarantino, 2003), en la escena de Uma Thurman luchando, katana en mano, contra los “88 Maníacos”, en la última pelea de la película. A falta de katanas, pero con artes marciales de por medio, el director coreano regala al espectador una magistral puesta en escena de lucha con cuchillos.

Si hay algo que sobra en la trama es el personaje del subinspector de policía. Su papel no es relevante, más bien de relleno. Si bien su actitud es la de alguien bonachón y torpe, sus acciones cómicas pueden dejar alguna carcajada, pero hace cojear una historia bien montada.

Muy destacable, tal como aclamó la crítica, es la actuación de Kim Sae-Ron (So-mi), que a pesar de su corta edad plasma ante las cámaras una gran madurez artística. La actriz, que ya debutó en la franco-coreana A Brand New Life (2009), ha sido una de las actrices más jóvenes en desfilar por la alfombra roja de Cannes. Su papel en El hombre sin pasado recuerda, y mucho, al de la protagonista de la película El fuego de la venganza (2004), razón por la cual la han llamado la próxima “Dakota Fanning coreana”.

Tras presentarse en la Mostra de Valencia y en la Casa Asia Film Week de Barcelona, habrá que ver si la cartelera española responde tan bien como lo ha hecho en el extranjero. El hombre sin pasado llegó a ser un récord absoluto de taquilla en Corea del Sur, donde alcanzó más de de seis millones de espectadores, superando a grandes títulos de producciones como Origen o Iron Man 2.

Datos a tener en cuenta:
Director: Lee Jeong-Beom
Reparto: Won Bin, Kim Sae-Ron, Kim Tae-Hoon, Kim Hee-Won...
Género: acción, thriller policíaco
Nacionalidad: surcoreana
Estreno en España: 4 de mayo de 2012
Duración: 119 aprox.
Clasificación: no recomendada para menores de 18
Valoración personal: 7,5

jueves, 19 de abril de 2012

Battleship: tocado y hundido


La industria cinematográfica de Hollywood parece estar pasando por un período de recesión, en el que las buenas ideas escasean. El último ejemplo de ello está en
Battleship, que viene a englobar la lista de películas derivadas de la sinrazón de los estudios de realizar remakes o versiones basadas en juegos, como pasó en su momento con Resident Evil (2002). En esta ocasión, presentan una más que insulsa adaptación del famoso juego de mesa “Hundir la flota”.

Atrás queda el acertar con las coordenadas para acabar con el portaaviones de plástico del contrincante. Ahora ha evolucionado haciendo aguas, siendo el protagonista una flota de la marina estadounidense cuyo rival es un batallón extraterrestre.

El director Peter Berg, que repite tras
Hancock (2008), mezcla en la coctelera una ficción simple, con un guión de mucho ruido y pocas nueces, de enorme presupuesto y con grandes efectos especiales que harían las delicias del Michael Bay de Armageddon; echa unas gotas de patriotismo americano y, por último, le añade algún artista conocido para que coja sabor, como Liam Neeson o la cantante de pop Rihanna. Sirve el cóctel y da como resultado dos horas de película cuyo sabor es insípido y de fácil digestión.

Cara y cruz con respecto a su elenco: destaca el debut de Rihanna, con un resultado más que aceptable; incomprensible, por su parte, es la actuación de Liam Neeson, cuya estela como actor a sus 60 años, empieza a perderse al aceptar participar en este tipo de proyectos, al igual que ha hecho recientemente con
Furia de Titanes 2.

Battleship es una cinta que consigue entretener pero no convencer. Es ideal para el espectador que quiera ir al cine a pasar el rato viendo máquinas futuristas, al estilo de Transformers, y vastas explosiones en el Océano Pacífico, no así para quien busque una historia elaborada y más original.

Datos a tener en cuenta:
Director: Peter Berg
Reparto: Taylor Kitsch, Liam Neeson, Rihanna...
Género: ciencia ficción, acción
Nacionalidad: estadounidense
Estreno en España: 13 de abril de 2012
Duración: 131 aprox.
Clasificación: no recomendada para menores de 13
Valoración personal: 3

martes, 17 de abril de 2012

Las noches que no mueren

Tercer videoclip de La Oreja de Van Gogh de su último disco de estudio, Cometas por el cielo. Correspondiente a Las noches que no mueren, quinta pista del disco, no se trata del esperado tercer single, anunciado para esta semana, sino que forma parte de una campaña publicitaria para promocionar México, país que cuenta con multitud de seguidores de los donostiarras, donde ya grabaron el videoclip de Rosas en 2003.

domingo, 15 de abril de 2012

Titanic, un centenario de la tragedia (II)


La evacuación del Titanic
A medianoche se decidió sacar los 20 botes salvavidas de los que disponía el Titanic, dirigiendo Murdoch los de estribor y Charles Lightoller, cuarto oficial, los de babor. Debido a que los motores se pararon, las chimeneas soltaron gran cantidad de vapor, lo que produjo a un ruido ensordecedor en cubierta. Ello, añadido a la fría temperatura de cubierta, hizo que los pasajeros no le dieran importancia a los hechos, refugiándose la mayoría en los salones interiores. El capitán Smith dio instrucciones a los pocos minutos del choque de que fueran llenados con mujeres y niños primero, dando prioridad a los pasajeros de primera clase.

Muchos botes fueron lanzados con una capacidad inferior a la mitad de las que podían albergar, motivo por el cual desde el puente les llamaran a volver y ser completados, lo que omitieron por miedo a que estallara la histeria entre el pasaje o a hundirse por el peso. De los 20 botes, solo el número 15 ocupó el 100% de su cavidad, con 65 pasajeros. Otros, con la misma capacidad, se quedaron en poco menos de 30 pasajeros. De un total de 1.170 pasajeros posibles, solo fueron ocupados por 705.

El número de botes que transportaba el Titanic eran insuficientes. El propio Thomas Andrews se quejó de esto ante la White Star antes de embarcar, defendiendo la idea de acoger 34 botes, algo que desestimó la compañía, alegando cumplir con el mínimo exigido. Tras el accidente del Titanic, las leyes obligaron a cambiar la disponibilidad de los botes, asegurando que hubiera tantos como pasajeros llevara el barco en cuestión.

Cerca de la una de la madrugada, el descenso de los botes fue más rápido, debido a la inclinación que cogía el barco por su proa, lo que aumentó el pánico entre los pasajeros, que buscaban un bote en el que embarcar. A las 02.05 horas, el último bote fue lanzado.

La radio, un papel determinante
Los telegrafistas del Titanic, Jack Philips (fallecido en el hundimiento) y Harold Bride (superviviente), tras el choque con el iceberg y por orden del capitán Smith, lanzaron señales de CQD (Come Quickly, Distress) a cuantos barcos captaran la señal del barco. Poco después, la señal cambió a la conocida SOS. Fue Bride quien avisó al capitán Smith de la respuesta del Carpathia, el más lejano de los contactados y a cuatro horas de ellos, que iba a toda máquina.

Clave fue la respuesta negativa del
Californian, a unas 5 o 10 millas de su posición. Cuando los operarios de éste hicieron saber al Titanic que se adentraba en una zona de icebergs, las respuestas de Philips llevaron a apagar el Marconi, por lo que no hubo contacto más allá de medianoche. Aunque los testigos aseguran que se mandaron avisos por luces en código morse, así como bengalas de ayuda, no hubo respuesta.

Tras más de dos horas de activa operación en la radio, el generador falló. Cerca de las 02.10 de la madrugada, el capitán Smith les pidió abandonar la habitación de radio.

La orquesta del Titanic
Uno de los mitos más concurrentes del Titanic fue el papel que jugó la orquesta, liderada por Wallace Hartley. Dada la envergadura del accidente, la orquesta que amenizó las cenas de los pasajeros de primera se situó en la cubierta de botes para calmar a los pasajeros, tal como pidió el capitán Smith. No es conocida, y queda como uno de los muchos misterios que dejó aquella noche, la última canción que tocaron. En el recuerdo colectivo de aquella noche, ha llegado a nuestros días Nearer, my God, to Thee (Más cerca de ti, Señor), la más recurrente, pero sin confirmar lo que fue el broche para una orquesta que aguantó hasta el último momento, conscientes del final cercano. Ninguno de sus ocho componentes sobrevivió al naufragio.

El final
Tras más de dos horas de evacuación de los pasajeros, y de incesante trabajo en las calderas y la sala de máquinas, que mantuvo la energía del barco, el Titanic vio su final. Pasadas las 02.20 horas, el barco se inclinó más, y tras producirse un parpadeo de las luces, quedó a oscuras. Después, varios testigos aseguraron que se desquebrajó entre la segunda y la tercera chimenea, al contrario de lo que reflejó el filme de James Cameron, cayendo la popa al mar, que flotó, unida a la proa por un espolón de la quilla, como un corcho. La proa se hundió en el Atlántico alojándose sobre el fondo marino, mientras que la popa lo hizo varios minutos después, virando en su descenso, reposando a distancia.

La mayoría de los que se lanzaron a las aguas del Atlántico perecieron a la escasa media hora del hundimiento, al no soportar el organismo las gélidas temperaturas, cuyo margen está en quince (veinte a lo sumo) minutos, muriendo de hipotermia. Sólo cuatro personas fueron rescatadas con vida, una de ellas murió al rato de ser recogida en un bote.

Cien años después, sus restos reposan en silencio en la llanura marina, muy distinto a aquel que partió de Southampton, en el que las bacterias han acabado con gran parte del casco del barco, que tiende a desaparecer convertido en chatarra.

Nada se supo de los últimos instantes de
Thomas Andrews, quien ayudó a embarcar más gente en los botes. Los últimos testimonios le colocan en uno de los salones de fumadores, con la vista perdida en un cuadro que dominaba la estancia, que representaba la entrada del Titanic en Nueva York. Muchos aseguraron que fue el primer oficial, William Murdoch, quien se suicidó, ante la vorágine que se presentó, aunque hay gente que descartó esa opción. Igual destino corrió el capitán Smith. Algunos le sitúan en el puente, donde decidió marchar a esperar su muerte. Otros comentaron que se acercó hasta un bote con un bebé y marchó entre la multitud que nadaba pidiendo auxilio para perderse.

Mil y una historias anónimas. La de aquellos diez españoles que embarcaron en el crucero, la de los pasajeros de tercera que, asumiendo su fatal destino, decidieron volver a sus camarotes a esperar que todo acabase. Aquellos operarios de la sala de máquinas que perecieron luchando porque la electricidad no fallara. Los más de 300 cuerpos que se recuperarían no pudieron ser identificados, debido a su deteriorado estado. Esos cuerpos residen en tumbas sin nombre, sólo con un número, en el cementerio de las víctimas de
Halifax (Canadá).

El Titanic quedó en el olvido de la sociedad hasta la década de los años 80, cuando en septiembre de 1985 el científico
Robert Wallace encontró los restos del pecio a 4.000 metros de profundidad cerca de las costas de Terranova. Un descubrimiento inesperado, fuera de la misión que tenían planeado, que era la búsqueda de submarinos soviéticos, pero algo sorprendente para la humanidad. James Cameron lo llevaría a los altares en 1997, al alzarse con once Óscars.

Varias expediciones científicas, así como las privadas que incentivan el turismo, están dañando su actual estructura, que podría quedar irreconocible dentro de treinta años de seguir así. Con motivo de su centenario, la
UNESCO ha decidido protegerlo para la defensa del patrimonio cultural subacuático.
Nadie queda de aquel suceso. La última superviviente del Titanic, que sobrevivió al hundimiento con dos meses de edad, Millvna Dean, falleció el pasado 2009. El recuerdo colectivo es lo único que superará generaciones. El recuerdo de lo que significó el trasatlántico más importante de comienzos del siglo XX. Una historia fastuosa, representada varias veces y en el centro de la atención mediática en su momento. El buque de los sueños, que llevaba tanto a ricos como a pobres a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades, de una nueva vida que muchos no llegaron a disfrutar.

sábado, 14 de abril de 2012

Titanic, un centenario de la tragedia (I)


Nadie podía imaginar que aquella gélida noche del 14 al 15 de abril de 1912, el Titanic fuera a firmar su fatal destino tras chocar con un iceberg en el Atlántico Norte. En menos de tres horas, el que fuera el mayor transatlántico de su época, descansaba en la llanura marítima a 4.000 metros de profundidad. Sus restos fueron descubiertos por el doctor Robert Ballard en septiembre de 1985.
Con más de 1.500 muertos, fue uno de los accidentes navales más sonados a comienzos del siglo XX, cuyo eco en el séptimo arte tuvo varias versiones, destacando A night to remember (1958) o la célebre Titanic (1997), de James Cameron, que consiguió alzarse con 11 estatuillas, incluyendo mejor película y mejor director; y por cuyo centenario, hace pocos días, estrenaba la versión mejorada y en 3-D.

Construido en los astilleros de Harland and Wolff (Irlanda del Norte) para la empresa White Star Line, el RMS Titanic llegó a ser el trasatlántico más lujoso construido a comienzos de 1900. Más incluso que sus gemelos Olympic y Brittanic. Bajo un diseño del ingeniero naval Thomas Andrews, fue botado al mar el 31 de marzo de 1911, concluyendo los últimos arreglos justamente un año después.

El miércoles 10 de abril inició su viaje inaugural desde Southampton. Un viaje que comenzó con un mal augurio, cuando casi recibe el primer golpe de otro barco situado en el puerto, el SS New York. Lo que algunos vieron en ello una señal, otros vieron un pequeño contratiempo de una hora. Así lo veía el capitán Edward John Smith, quien ponía en este viaje el broche de oro a una extensa trayectoria antes de jubilarse.

Tras hacer escala en Cherburgo (Francia) y Queenstown (Irlanda), emprendía la larga marcha por el Atlántico hacia su fatal desenlace.

Señales del pasado
Catorce años del accidente, el escritor norteamericano Morgan Robertson (1861 – 1915) escribió la novela Futility. En ella, como si de un aviso se tratara, se produce el hundimiento del trasatlántico Titán en el océano Atlántico tras chocar con un iceberg. La similitud del accidente con el Titanic aumenta al comprobar que las dimensiones del barco son casi idénticas. En la obra, destacaba que el Titán era un buque insumergible, afanado en lujos y con pocos botes salvavidas. Algo más que una casualidad.

Muchos desconocían esta novela en 1912, cuyo reconocimiento fue en aumento tras el fatal desenlace del Titanic. Pero no fue el único aviso. Diversas personalidades y anónimos que tenían pasaje en el lujoso buque tuvieron, días antes de embarcar, visiones en las que veían al buque sumergirse entre las frías aguas. Directa o indirectamente, siguieron esas señales. El presidente de la White Star, John Pierpont Morgan, que solía acudir en los viajes inaugurales de la compañía reúsa subir en esta ocasión. El matrimonio Edith y George Vanderbilt, de primera clase, se bajaron del trasatlántico tras llegar a los camarotes por tener “una extraña sensación”, así como algún que otro casi aislado. En el sentido inverso estuvo el papel del periodista William Thomas Stead, quien tuvo una visión sobre su muerte en el mar congelado. En la noche del suceso, ayudó a varios pasajeros a subir a los botes. Él, en lugar de salvarse, se retiró a rezar. Hubo testigos que afirmaron verle en la sala de fumadores de primera clase antes de hundirse.

Desencadenantes previos
La radio estuvo inoperativa más de diez horas, complicando el envío de mensajes de los pasajeros y el recibo de avisos. El sábado 13 llegaron los primeros, alertando de grandes bloques de hielo, algo que fue pasado por alto por el capitán Smith hasta el domingo, cuando recibieron avisos del Californian, en la zona. Se decidió entonces bajar al sur para evitarlos. Quién sabe si no hubiera modificado el rumbo, hubieran evitado chocar con el iceberg.
El capitán Smith insistió en reducir la marcha por la presencia de icebergs, pero Bruce Ismay, presidente de la White Star, se negó a esa petición pensando en el beneficio que sería para la compañía frente a la competencia llegar a Nueva York antes de tiempo. Se ordenó redoblar la guardia en los mástiles, lo que no impidió no ver el iceberg, al carecer los vigías de los prismáticos. El hecho de que el mar estuviera en calma, sin vientos ni olas golpeando en la base del iceberg, fue un factor clave que impidió evitar el choque.

“Iceberg por proa”
Con un mar tranquilo. “Como un estanque”, como llegaron a decir, el Titanic se topó con su final cerca de las 23.40 horas del domingo 14. Fue el vigía de proa Frederick Fleet el que alertó al puente tras ver un iceberg a menos de 500 metros por la proa. La llamada, recibida por el sexto oficial J.M. Moody, fue remitida al primero oficial Murdoch, entonces de guardia, quien ordenó girar el timón a estribor, por lo que el barco viraría a babor. La maniobra de contramarcha marcada por Murdoch pudo sentenciar al Titanic. Varios estudios navales revelaron que a tan poca distancia del obstáculo, la contramarcha sentenciaba al buque, al obligar al barco a frenar en seco para realizar la maniobra, perdiendo la potencia de la hélice central, inoperativa en dicha maniobra.

Un choque frontal contra el iceberg hubiera fracturado la proa, inundando seguramente los dos primeros compartimentos estancos. A pesar de ello, el barco estaba preparado para seguir navegando, aguantando hasta cuatro compartimentos anegados. Con la contramarcha y el viraje a babor, el Titanic dejaba a estribor el iceberg, aunque la masa de hielo por debajo del nivel de flotación era superior, lo que llevó a chocar con el trasatlántico, dañando casi 90 metros de eslora.

El iceberg no produjo una hendidura en el barco, sino que los remaches que sujetaban las planchas del barco saltaron como tapones de champán al contacto con la masa de hielo oculta bajo el agua. Investigaciones forenses de los restos del pecio destaparían que uno de los motivos de su rápido hundimiento era el forjamiento de estos remaches, muchos de ellos formados a base de hierro con impurezas, cuya calidad pésima propició la rápida entrada de vías de agua.

La fatal noticia
Dividido en 16 compartimentos estancos, la fatalidad del Titanic vino porque dichos compartimentos no llegaban hasta arriba, dejando un hueco en la parte superior por el cual, al llenarse uno, traspasaba al siguiente. Esa fatalidad, y el movimiento pendular hacia proa, llevó a que se inundaran los primeros cinco compartimentos, sentenciando al buque. Tras cerrar las compuertas herméticas y parar los motores, el capitán Smith y Thomas Andrews hicieron una revisión de los daños. Aunque se consideraron graves, una segunda revisión del barco por uno de los carpinteros del Titanic empeoraba las previsiones. Reunidos con los oficiales, se confirmó la fatal noticia. El buque podía aguantar con cuatro compartimentos hundidos, pero no con cinco. La brecha abierta daba algo más de dos horas antes de hundirse en el Atlántico.

miércoles, 11 de abril de 2012

Inquietudes hoy, esperanzas mañana

Cuando vosotros, generaciones futuras, encontréis este artículo perdido en la blogosfera dentro de varios años, confío en que vuestro pasado, lo que es nuestro presente en 2012, haya quedado en una mala pesadilla de la que habéis conseguidos salir, olvidando parte de ese mal sueño al que nos enfrentamos en su momento.

Llegaréis a ver que no fue un camino fácil, ya que la crisis económica a la que hicimos frente este año nos impidió avanzar tanto como quisimos, al no saber reaccionar mejor a los problemas que tuvimos. Viviréis, lamentándolo mucho, recordándonos como los responsables de vuestro pasado, aquel que obligó. a varios de vuestros padres a emigrar, como hicieron antaño nuestros abuelos, en busca de un mejor porvenir.

La historia nos recordará por los actos de nuestros políticos. Será funesto comprobar como, años después, la decisión de adelantar las elecciones no fue la correcta. Pensamos que ayudaría a resolver la situación, pero ello implicó graves medidas de ajuste que tuvieron como víctimas a los dos estandartes de cualquier Estado moderno, la sanidad y la educación. Me alegrará saber que todo esto se regenerará, esperando que disfrutéis de una sanidad pública de calidad, en la que el copago fue algo pasajero.

Igual será la educación. Nos llevamos el palo más gordo, y en algo necesario para el progreso de nuestra sociedad no debimos permitirlo, pero pasó. ¿Negaréis algo necesario para vuestros hijos?

No me olvido de los políticos. No debéis esconderos de ellos. Nosotros mantuvimos la cabeza agachada demasiado tiempo, y nos arrepentimos de no mostrar nuestras aptitudes a tiempo. Pasaron de nuestras exigencias, manifestaciones y reclamos y no nos hicieron ni caso. Espero que les digáis que eso se acabó. Exigidles más respeto. Enseñadles que no pueden con vosotros. Demostradles que sois mejor que ellos.

jueves, 5 de abril de 2012

"Hasta que la muerte nos separe"


“No le arruines a una novia el día de su boda”. Con esa premisa saldrá el espectador que vaya a ver [REC]3: Génesis, el tercer film de la saga de terror más exitosa de España, dirigida por Paco Plaza. El director repite al mando, ahora sin Jaume Balagueró, que trabaja en la última película de la serie.

Los incondicionales del género quizá se sienten defraudados con esta precuela, al incluirse como novedad la cámara panorámica. Atrás queda el dominio de la cámara en mano que retrató a [REC], incumpliendo la primera regla de su historia: todo ha de ser grabado. Ello permitía darle mayor drama y una visión subjetiva a la película. Pero eso no es motivo para no sentarse y ver una película con una historia bien contada, que hace hincapié en los tópicos de cualquier boda, desde el familiar borracho hasta el inspector de la SGAE.

Dividida en dos partes, la primera, cámara en mano, presenta a los novios, Clara (
Leticia Dolera) y Koldo (Diego Martín), la ceremonia y el convite. Todo es tranquilidad, felicidad y algo de pastelada hasta que se desata la tragedia. Cuando empieza la acción y todo se transforma en horror por la infección zombi, el cambio a cámara panorámica inicia la segunda parte.

Su banda sonora puede parecer de lo más surrealista, pues entona un recuerdo de los años 70 y 80 con temas de Loquillo, Pablo Abraira (
Gavilán o paloma) y el baile nupcial al tono de Eloise de Tino Casal, que volverá a repetirse. Pero lejos de hacer un viaje al pasado, Paco Plaza también se ayuda en el "sí, quiero" con Coque Malla y su No puedo vivir sin ti, así como de Iván Ferreiro, quien compuso para la película Canción de amor y muerte. Al contrario que sus predecesoras, en esta ocasión Carlos Ann no colabora.

La buena química que tienen los actores protagonistas hace que los momentos que están juntos luzcan como uno, y cuando se ven separados por los acontecimientos hagan todo lo posible para reencontrarse el uno con el otro. Mención aparte merece Leticia Dolera, que está llamada a ser un nuevo icono de heroína, tras apostar por un personaje que, vestido de novia ensangrentada y motosierra en mano, mata a los zombies que le han fastidiado su día a ritmo de Eloise de Tino Casal.

Con un tono más gamberro y delirante que las anteriores,
[REC]3 es la lucha de dos enamorados por volver a estar juntos, pase lo que pase y hasta que la muerte los separe.

Datos a tener en cuenta:

Director: Paco Plaza
Reparto: Diego Martín, Leticia Dolera, Àlex Monner, Mireia Ros, Ismael Martínez...
Género: terror
Nacionalidad: española
Estreno en España: 30 de marzo de 2012
Duración: 80 aprox.
Clasificación: no recomendada para menores de 18
Valoración personal: 8,5

domingo, 1 de abril de 2012

Madrid, 1 de abril de 1939


Pocos acontecimientos históricos en el devenir de un país han marcado tanto a la sociedad española como lo hizo la Guerra Civil. Lo que empezó con un golpe de Estado en julio de 1936, terminó siendo un conflicto de extensas magnitudes que se alargó tres años, hasta el 1 de abril de 1939, cuando se dio por terminada, oficialmente, la guerra. Desde entonces, y hasta noviembre de 1975, el general Franco mantuvo el poder.

Las últimas semanas de marzo de 1939 fueron de severa consideración para el gobierno republicano. Tomada Barcelona en febrero de ese año, muchos veían cerca el final de la guerra y, consigo, el de la Segunda República. Tras la decisión de marchar al exilio del presidente de la República, Manuel Azaña, quien cruzó la frontera francesa junto a su mujer y algunos hombres, le siguieron muchos intelectuales y políticos, destacando el lehendakari José Antonio Aguirre o el presidente de la Generalitat Lluis Companys, así como Juan Negrín, presidente del Consejo de Ministros, que regresó poco después para intentar reorganizar lo que quedaba de las fuerzas republicanas, debilitadas tras dos años de guerra, la pérdida de apoyo logístico y gubernamental, así como de la marcha de las tropas pertenecientes a las Brigadas Internacionales.

Juan Negrín exigió a Azaña que cumpliera como presidente de la República, algo que se negó a realizar, dimitiendo de su cargo oficialmente el 27 de febrero, tras conocer que Francia y Reino Unidos, neutrales en el conflicto, reconocían legítimo al gobierno de Franco, quien llevó a cabo la conocida Ley de Responsabilidades Políticas.

Negrín reorganizó el Ejército, encumbrando a altos cargos a sus aliados comunistas, algo que no gustó a varios sectores republicanos. Uno de estos era el coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército del Centro que defendía Madrid, cuya acción del 5 de marzo queda reflejada como el último intento por salvar lo poco que quedaba de la República.

El golpe de Casado
Contrario a la dirección comunista, y viendo que continuar el conflicto llevaría más a la ruina a lo poco que quedaba de la República, la noche del 5 al 6 de marzo de 1939 crea en Madrid el Consejo Nacional de Defensa, apoyado por los anarquistas de Cipriano Mera, y los socialistas con Julián Besteiro (en la imagen), en un golpe contra el Gobierno de Negrín. A través de un mensaje radiofónico por las ondas de Unión Radio (hoy Cadena SER), Miguel San Andrés daba el comunicado del Consejo Nacional de Defensa que quedó marcado por su frase final, “o nos salvamos todos, o todos nos hundimos”. Tras él, turnos para Casado, Besteiro y Mera.
Fueron momentos transcendentales, y los presentes en aquel locutorio de radio lo sabían. Las instantáneas que demuestran ese mensaje lanzado, dan cuenta de ello. Poco después del manifiesto, Casado llamó a Negrín, establecido en Elda (Alicante), cercano a escapar del país. Negrín vio inútil el intento de retomar la situación, que quería transferir los poderes de la República. De haberse llevado a cabo así, la situación no sería la que muchos conocen por los libros de historia.

Después de anunciarse el comunicado, y hasta el 13 de marzo, Madrid se vio envuelta en una guerra anclada dentro de otra guerra. Por un lado, las tropas mandadas por Casado, Besteiro y Mera, apoyado con el IV Cuerpo del Ejército, contra las tropas de Negrín. Al fin y al cabo, todos soldados del Frente Popular. Los paseos del Prado y Recoletos se convirtieron en escenarios de combate, tal como muestran las fotografías que aún se conservan de aquellos momentos, en los que se observan tanques y baterías antiaéreas desplegados a lo largo de esta zona madrileña cercana al barrio de Salamanca.

Con el frente unido, el Consejo Nacional de Defensa inició el 12 de marzo el borrador del documento en el que informarían a Franco de su capitulación. Dicho documento incluía la petición de negociar directamente con Franco. Independencia e integridad nacional, garantía de no tomar represalias, libertad para todos aquellos que quisieran abandonar España pudieran hacerlo sin problemas en un plazo de 25 días, así como garantías de que se respetaría la vida y libertad de los oficiales republicanos.

Ninguna de las pretensiones de Casado fue tomada en consideración por Franco, que sólo veía factible a sus intereses la rendición absoluta. Tras la reunión el 21 de marzo en Burgos, sede de los nacionales, de los teniente coronel Antonio Garijo y el coronel Leopoldo Ortega con los representantes de Franco, el Consejo acepta la rendición sin condiciones. El objetivo que buscaba Casado de una paz generosa sin represalias no se consiguió, si bien Franco permitió la posibilidad de que los dirigentes republicanos huyeran al extranjero directos al exilio.


Madrid cae. El final de la guerra
El camino libre que las tropas nacionales encontraron según llegaban a Madrid facilitó la entrada en la capital, efectuada el 28 de marzo de 1939. En Ciudad Universitaria los soldados han hecho la paz. Algunas columnas de las tropas que entraron por Moncloa, avanzaron por la actual calle de la Princesa hasta llegar a la Plaza de España.
Sobre las 11.30 horas, el general Prada alzaba la bandera rojigualda en el Ministerio de la Presidencia (Casa de Correos) en la Puerta del Sol.

Esa noche salía del puerto de Alicante el barco ‘Stambrook’ con más de 2.600 refugiados en dirección a Orán (Argelia). El 30 de marzo, desde Gandía, Casado junto a varios de los miembros de la Junta de Defensa Nacional, inician el exilio. Poco antes, Valencia y Alicante eran tomadas por las tropas nacionales. El puerto alicantino fue el último resquicio de esperanza para los civiles que quisieron salir del país a través de los barcos que estaban para dicha acción. El avance de las tropas nacionales llevó a una reacción de histeria colectiva, que terminó por provocar algunos suicidios colectivos. Muchos de los rendidos fueron llevados a la plaza de toros de la ciudad, a cines y teatros y al Almendral de Vistahermosa.

El 1 de abril finalizaba el conflicto. A las 22 horas de ese día, desde Burgos se comunicaba en el conocido último parte de guerra, que “cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

Tras termina la Guerra Civil, la mayoría de los soldados rasos que defendieron la República fueron liberados, si bien es verdad que las cárceles españolas estaban abarrotadas con más de 270.000 presos. Por su parte, los tribunales militares dictaron más de 50.000 penas de muerte, de las cuales se cumplieron la mitad.

Después de casi tres años de combate, se rompía todo vestigio del sistema legítimo de la Segunda República. Atrás quedan aquellos tiempos en los que se cantaba ‘La Internacional’ con el puño en alto, en los que ondeaba la tricolor y Madrid avivaba con pancartas la proclama del “no pasarán”. La Segunda República seguiría existiendo en el exilio hasta 1977, aunque con carácter simbólico al haber en España un régimen dictatorial con Francisco Franco, tras el cual llegaría la Democracia.