domingo, 10 de enero de 2010

Madrid, o el ímpetu de un cambio de aires

Siempre he pensado que mi ventura me tiene guardada una jugada de carácter incierto. Quién sabe si algún día me obligo a hacer las maletas e irme de Madrid. ¿Por qué no? No es una pesadilla, aunque quizás -ahora mismo- tampoco sea una ilusión. Pero siempre han venido bien los cambios de aire, de escena, de ambiente...
Si una cosa siempre me ha gustado ha sido viajar, fuese a donde fuese, y mi comportamiento de guiri en mitad de Madrid haciendo fotos a todos los monumentos vistosos, es un ejemplo de mi curiosidad por lo que hay fuera de casa, por lo que me puedo encontrar lejos de aquí.
Bilbao, Donostia, Pamplona, Toledo, Granada, Mérida o Segovia son algunos ejemplos más...
Yo sólo espero que si me surge un cambio de aires, sea por algo bueno, y no tenga que abandonar Madrid para olvidar algo o a alguien. Para eso sirven las escapadas de fin de semana cuando uno puede. Aunque Madrid siempre tendrá ese encanto que tan bien reflejaron Joaquín Sabina (Yo me bajo en Atocha) o Antonio Flores (Pongamos que hablo de Madrid). Por siempre, Madrid ya forma parte de mi vida, vasquito de Chamberí.
Sabina decía que se quedaba en Madrid, que se bajaba en Atocha.
Quién sabe si a mí me toca bajar en Abando...