martes, 13 de septiembre de 2011

Cometas por el cielo


La Oreja de Van Gogh publica hoy su nuevo disco tras dos años de trabajo: Cometas por el cielo. No deben ser especialmente supersticiosos para elegir esta fecha: martes 13. Verlo mejor como un punto de inflexión y querer dar la vuelta a esas leyendas urbanas sobre dicha fecha, haciendo que sea un éxito. Un éxito que parece puede conseguir.

El pasado jueves, en la rueda de prensa, los chicos no nos ocultaron a los presentes los nervios que tenían por este disco. ¿Gustará, será más de lo mismo, defraudará? Mil opiniones. Todo rumor terminaría cuando viera la luz el nuevo trabajo y, por ende, hoy ha sido el día.

El sexto disco de los donostiarras -segundo con Leire al mando- iba a dar mucho de qué hablar. Era uno de los discos más esperados para finales de este 2011 y, a la vista de las cifras, puede batir records.

Fue publicarse el primer single y saltar las alarmas. Un ritmo rompedor, electrónico, bailable y lejano a su estilo clásico. Algo horrendo para muchos y que otros veían como necesario. No cambiar ni transformarse, sino reafirmarse y expermientar. Y si el resultado es óptimo, ahí estarán las cifras, que son las que mandan en este negocio. Pero ello no cambiará al grupo. Aunque sus ritmos cambien a tener más decibelios, más potencia y más energía, las letras siguen siendo igual de sentidas. No cambian un ápice de su estilo.
Un total de once canciones que ahora se tratarán de Cometas por el cielo, su sexto disco. Y esperamos que no sea el último.

1ª) La niña que llora en tus fiestas: el primer single con el que lo dimos a conocer. Un ritmo eléctrico, unos toques armónicos de guitarra y, nuevamente, la voz de Leire demostrando su madurez musical. La primera escucha fue de sorpresa, ya que esta letra 'oscura' daba pie a varias hipótesis del porqué de su creación. Un suicidio, maltrato o desamor, para saber que habla de cuando quieres y no debes, de cuando lo correcto sabe a poco y de cuando deseas lo que te daña y que se acercaba al tema de las drogas.

2ª) Dia cero: una canción con guitarras fuertes que sorprende, por ser un hito en el grupo, por la frase "donde hicimos el amor", y es que es la primera vez que lo dicen literalmente en una canción. Si todo sigue lo previsto, puede ser el nuevo single. Contiene un estribillo pegadizo: "esta madrugada llueve en la ventana de mi habitación"; esas súplicas al ser querido entonan una canción de desamor por excelencia ("y vivo sin vivir en mí, y muero cada hora que se escapa sin saber de ti", "yo sigo sin tu absolución"), es una canción en la que se pide perdón, pero aún no ha llegado. Su final, posiblemente, épico. Leire inicia el último coro invitando a dejarse llevar. Las guitarras, a cuatro acordes (La#, Fa, Do, Solm), suben, compartiendo protagonismo con el bajo, apoyando ambos a la voz de Leire en los gorgoritos finales, dignos de acompañar con la mano en los conciertos.

3ª) Paloma blanca: una de las canciones más tristes de este disco. La historia de una mujer que pierde a su bebé durante el embarazo, de esa gran ilusión que se desvanece ("estrella de mi vida, espérame mi amor, que apenas te iluminas y ya dices adiós"). Una historia conmovedora donde las haya, y a la que Xabier San Martín ha logrado poner letra y sentimiento, acompañado por 'Negas' que hace uso del ukelele y de mandolinas para darle un toque de añoranza. Canción que con pocas escuchas se entiende el mensaje.

4ª) Cometas por el cielo: segundo single si Día cero no termina de convencer. Y no será por ganas, ritmo y buen hacer musical. Unos punteos iniciales que parecen trasladarnos a un ambiente idílico, de madrugada. Y es que la canción transmite un ritmo bailable, de discoteca ochentera, que invita a seguirlo. Al más puro estilo de Mecano con Mujer contra mujer, puede convertirse en otro himno del orgullo. La historia de dos chicas que se dan cuenta de sus sentimientos y deciden lanzarse a vivir el momento ("quédate y desnudemos nuestras dudas de una vez, siempre fuimos dos lunas. Quédate conmigo y mi suspiro será el único testigo que se vestirá de fiesta"). Una receptiva y la otra dispuesta a hacer feliz a esa persona ("porque sólo tú, tú me puedes enseñar a volar cometas por el cielo").
La verdad, como estudiante de comunicación y admirador de la industria cinematográfica (que incluye a los videoclips), puede dar mucho como single, y su videoclip no puede repetir fiascos anteriores. Un inicio de primer plano con los ojos azules de Leire, alejándose para verla con el peinado y el vestido de la portada sobre un fondo oscuro, y que a medida que avanza la canción aclara con tonos naranjas hasta llegar al estribillo donde la combinación con azules, en destello, puede ser buena; seguido de un travelling del grupo por un lateral durante el primer puente. Ideas que suenan bien en mi cabeza, pero que seguro no se verán hechas realidad.

5ª) Las noches que no mueren: canción de transición. Los tonos de aire frío, mal tiempo y un paraguas para dos. La estampa de la pareja, de los primeros días de relación, que sigue manteniendo la esencia del grupo. Las guitarras acústicas con el piano la salvan de mi desdén, que la arroja al grupo de 'otras'. Anecdótico la firma personal de Xabier San Martín, autor de la canción, cuya frase "aquel tres de diciembre del 2000" es un homenaje al día en que salió la Play Station (1994) así como a su santo, San Javier, patrón de Navarra. No me llegó a convencer del todo.

6ª) El tiempo a solas: oscura y con una letra triste y gris. La versión oficiada por los chicos es la de una pareja de ancianos. Uno de los cuales ha fallecido y al otro sólo le quedan los recuerdos y ver pasar los días esperando que llegue el día en el que se vuelvan a encontrar juntos de nuevo. Mi versión, por algo personal, era distinta. La historia de una persona perdida en una realidad en la que no puede estar con la persona amada, en la que busca respuesta a sus interrogaciones ("paso el tiempo muerto a solas, descifrando a Dios"). Su vida parece no tener el menor sentido al no compartirla con la otra persona, y cabe deducir la idea de un suicidio por desamor ("si el silencio viene a por mí, que me coja pensando en ti, porque así, sólo así, soy feliz"). Leire le da el toque dramático apoyada por las guitarras, que en cierto momento se agradecen algo más acústicas para darle sentimiento, así como el piano. Los gorgoritos de "lara larala lala lara" del puente y el nexo con el segundo estribillo con los despuntes de guitarra sobresalen.

7ª) Promesas de primavera: una de las canciones más personales del disco. Una canción hecha desde la perspectiva "humana" de la situación política que muchos hemos vivido en Euskadi, directa o indirectamente ("por eso no podrán parar la primavera que está por llegar"). Un himno a viva voz por la paz, porque acabe ya todo lo que estamos pasando allí y cuyo final parece vislumbrarse con un tenue rayo de luz. Una canción para el optimismo, de confianza en el mañana y de la promesa de un nuevo renacer ("y a nuestros balcones llegará un suspiro de sol"). El comienzo de la misma empieza con el "parapa pá, parapa pá", que recuerda al "ushalala ushalala" de Soledad. Comparaciones aparte, los donostiarras nos vuelven a brindar una gran canción.

8ª) Un minuto más:

9ª) Mi calle es Nueva York: la que suena a 'La Oreja' más clásica, la de siempre, con acordes que recuerdan a Cuídate. Frases largas de mucho sentimiento y con un estribillo denso a la par de pegadizo; de aprendizaje casi obligatorio para los fans. El hecho de sentir la radio como una orquesta; la añoranza por ese amor de verano, por retirarnos del mundo y descansar, por estar al otro lado del charco, de cambiar las aguas del Cantábrico por las de la Costa Este y estar en Nueva York. Por esas estampas con la pareja; el coche, la tienda y el 'bonito' salón. Una canción dinámica, optimista, bailable y digna de corear, con unas guitarras sublimes a la par que el toque distintivo de la batería.

10ª) Mientras quede por decir una palabra:

11ª) Esta vez no digas nada: la última pista del disco. Canción dinámica que quiere acabar con los complejos. De no ser porque los chicos dijeron de qué iba, la interpretación sería muy distinta. Según sacamos en claro en la rueda de prensa, era la segunda canción que trataban el tema de la homosexualidad en el disco. Dos escuchas, con este antecedente, lo confirman. Además, trata su problemática, su mala visión en la sociedad actual, animando a no rendirse ante las complicaciones y a sentirse orgulloso de uno mismo ("te podrán quitar de en medio; te podrán silenciar la voz, pero nunca educarán tu corazón").
Y aunque los coros de Leire parecen pisar a la voz principal, lo cual es un fatal error, su eufórico final bien vale para corear en directo.

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