miércoles, 14 de septiembre de 2011

Fotograma de un recuerdo


Después de la rueda de prensa a la que asistí el jueves, las ganas por escuchar el nuevo disco de los donostiarras iban en aumento. Y aunque éramos testigos cada día de un adelanto por Los 40 Principales, la prueba de fuego llegaba en una fecha poca amiga de escépticos, y me incluyo en ello. En este martes, 13 de septiembre, La Oreja de Van Gogh sacaba al mercado su nuevo trabajo: Cometas por el cielo.

He de reconocer sinceramente que los nervios eran altos. La gente omite los pequeños detalles. La publicación de un nuevo disco pasa como algo anecdótico, dentro de la rutina de la gente que va y viene y no se da cuenta de ello. Son pocos los que le prestan un poco más de atención.

Pierdo la cuenta en la noche de los tiempos la primera escucha que tuve de este grupo, no tan desconocido por mí, y con el que he terminado de afianzar lazos de amistad y sangre. El traspiés de mi prima fue lo que encendió una mecha que hoy en día aún sigue emitiendo una llama fuerte. Y es que, al igual que con muchas otras cosas, con este grupo he crecido como persona. Suena muy moñas, muy de su estilo según sectores, pero es verdad; y es algo innegable para mí en este sentido.

De vuelta al punto del nuevo disco, he de reconocer que superó, y con muy buena nota, mis espectativas. Y soy crítico con ciertos aspectos. Y con algo que has tenido de compañía en viajes y lecturas no es para menos. No estará a la altura, me uno a otras personas, del clásico El viaje de Copperpot; claro que no. Ellos mismos lo dicen. Pero siguen siendo La Oreja.

Una sola escucha no es suficiente. Y lo que más me sorprende es que a gente que no le gustaba el grupo, ha sido escuchar cuatro canciones y volver a escucharlas e incluso terminan por comprar el disco. Rasgos que determinan que el cambio de timón se ha hecho, pero que el destino sigue siendo el mismo. Mantener esa seña de identidad inalterable durante casi quince años.

Ayer por la tarde fui a la firma de discos del grupo. Sin duda, una firma multitudinaria. Una de las más importantes del centro y del grupo. No volví con las manos vacías. Ese destello en la mirada de Leire, bien lo sabe Germán, nos cautivó; el buen humor de Álvaro, el recordatorio de Xabier de la rueda de prensa, Haritz y la simpatía de Pablo. Gran guitarrista y compositor y mejor persona. A él le agradezco una parcela de su tiempo para hacerme una fotografía con él, así como que me firmara la púa que utilizaba con mi guitarra y que, en un alarde de satisfacción, he decidido jubilar debido al valor sentimental que tiene a partir de ahora.

Sin duda alguna, fotogramas de un recuerdo imposible de olvidar.

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