viernes, 4 de noviembre de 2011

La moderna tragedia griega


Grecia mira con peligro a un barranco sinuoso. La situación económica a la que está haciendo frente bien se puede asemejar a una tragedia clásica, aunque con peores consecuencias que las escritas en el pasado por Esquilo, Sófocles o Eurípides. Las medidas adoptadas por el gobierno de Yorgos Papandreu dan a entender al Consejo de la Unión Europea que esta pesadilla va para largo.

La idea del dirigente heleno de convocar un referéndum ha sacudido en los últimos días los cimientos de Europa. Un rumor venido a más con la suficiente fuerza para obligar a Alemania y Francia a frenar esta acción, que no  sólo pondría en peligro al propio país, sino a la estabilidad de la Eurozona y al euro.

Tras unas jornadas de vértigo repletas de negociaciones, Papandreu ha terminado por dar marcha atrás en su plan y no convocará al pueblo griego a consulta, que se hubiera celebrado a finales de año. En caso de haberse llevado a cabo, la posibilidad de que hubiera recibido un ‘no’ por respuesta sería algo desastroso, ya que no podría siquiera autofinanciarse ni hacer frente a las graves deudas que acarrea.

La consecuencia más drástica de haber rechazado el plan de rescate sería la salida del euro, lo que llevaría a la gran banca y a los gobiernos europeos a destinar miles de millones para recapitalizarlos.

El primer ministro ha explicado que su cancelación era precondición necesaria para empezar a dialogar con la oposición, quien le exige presentar su dimisión, previo paso por el Parlamento, que le someterá a una cuestión de confianza el viernes por la noche. En caso de dimisión, se aceptaría formar un Gobierno de unidad nacional. Todo ello debería garantizar que se cumpla el plan de rescate aprobado por Bruselas el pasado 27 de octubre (de unos 8.000 millones de euros, aún bloqueados). Al frente de este nuevo gobierno estaría Lucas Papademos, ex gobernador del Banco de Grecia.

La idea es que el nuevo ejecutivo sepa salvar los muebles y garantizar que Grecia reciba el dinero suficiente para evitar su propia quiebra, lo que se extendería a otros países de la UE. Posteriormente, con una situación más calmada, se convocarían elecciones generales, siguiendo el caso de Irlanda.

De momento, el país que vio nacer a la cultura europea intenta salir de la UVI para no convertirse en la tumba de todo un continente.

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