domingo, 1 de abril de 2012

Madrid, 1 de abril de 1939


Pocos acontecimientos históricos en el devenir de un país han marcado tanto a la sociedad española como lo hizo la Guerra Civil. Lo que empezó con un golpe de Estado en julio de 1936, terminó siendo un conflicto de extensas magnitudes que se alargó tres años, hasta el 1 de abril de 1939, cuando se dio por terminada, oficialmente, la guerra. Desde entonces, y hasta noviembre de 1975, el general Franco mantuvo el poder.

Las últimas semanas de marzo de 1939 fueron de severa consideración para el gobierno republicano. Tomada Barcelona en febrero de ese año, muchos veían cerca el final de la guerra y, consigo, el de la Segunda República. Tras la decisión de marchar al exilio del presidente de la República, Manuel Azaña, quien cruzó la frontera francesa junto a su mujer y algunos hombres, le siguieron muchos intelectuales y políticos, destacando el lehendakari José Antonio Aguirre o el presidente de la Generalitat Lluis Companys, así como Juan Negrín, presidente del Consejo de Ministros, que regresó poco después para intentar reorganizar lo que quedaba de las fuerzas republicanas, debilitadas tras dos años de guerra, la pérdida de apoyo logístico y gubernamental, así como de la marcha de las tropas pertenecientes a las Brigadas Internacionales.

Juan Negrín exigió a Azaña que cumpliera como presidente de la República, algo que se negó a realizar, dimitiendo de su cargo oficialmente el 27 de febrero, tras conocer que Francia y Reino Unidos, neutrales en el conflicto, reconocían legítimo al gobierno de Franco, quien llevó a cabo la conocida Ley de Responsabilidades Políticas.

Negrín reorganizó el Ejército, encumbrando a altos cargos a sus aliados comunistas, algo que no gustó a varios sectores republicanos. Uno de estos era el coronel Segismundo Casado, jefe del Ejército del Centro que defendía Madrid, cuya acción del 5 de marzo queda reflejada como el último intento por salvar lo poco que quedaba de la República.

El golpe de Casado
Contrario a la dirección comunista, y viendo que continuar el conflicto llevaría más a la ruina a lo poco que quedaba de la República, la noche del 5 al 6 de marzo de 1939 crea en Madrid el Consejo Nacional de Defensa, apoyado por los anarquistas de Cipriano Mera, y los socialistas con Julián Besteiro (en la imagen), en un golpe contra el Gobierno de Negrín. A través de un mensaje radiofónico por las ondas de Unión Radio (hoy Cadena SER), Miguel San Andrés daba el comunicado del Consejo Nacional de Defensa que quedó marcado por su frase final, “o nos salvamos todos, o todos nos hundimos”. Tras él, turnos para Casado, Besteiro y Mera.
Fueron momentos transcendentales, y los presentes en aquel locutorio de radio lo sabían. Las instantáneas que demuestran ese mensaje lanzado, dan cuenta de ello. Poco después del manifiesto, Casado llamó a Negrín, establecido en Elda (Alicante), cercano a escapar del país. Negrín vio inútil el intento de retomar la situación, que quería transferir los poderes de la República. De haberse llevado a cabo así, la situación no sería la que muchos conocen por los libros de historia.

Después de anunciarse el comunicado, y hasta el 13 de marzo, Madrid se vio envuelta en una guerra anclada dentro de otra guerra. Por un lado, las tropas mandadas por Casado, Besteiro y Mera, apoyado con el IV Cuerpo del Ejército, contra las tropas de Negrín. Al fin y al cabo, todos soldados del Frente Popular. Los paseos del Prado y Recoletos se convirtieron en escenarios de combate, tal como muestran las fotografías que aún se conservan de aquellos momentos, en los que se observan tanques y baterías antiaéreas desplegados a lo largo de esta zona madrileña cercana al barrio de Salamanca.

Con el frente unido, el Consejo Nacional de Defensa inició el 12 de marzo el borrador del documento en el que informarían a Franco de su capitulación. Dicho documento incluía la petición de negociar directamente con Franco. Independencia e integridad nacional, garantía de no tomar represalias, libertad para todos aquellos que quisieran abandonar España pudieran hacerlo sin problemas en un plazo de 25 días, así como garantías de que se respetaría la vida y libertad de los oficiales republicanos.

Ninguna de las pretensiones de Casado fue tomada en consideración por Franco, que sólo veía factible a sus intereses la rendición absoluta. Tras la reunión el 21 de marzo en Burgos, sede de los nacionales, de los teniente coronel Antonio Garijo y el coronel Leopoldo Ortega con los representantes de Franco, el Consejo acepta la rendición sin condiciones. El objetivo que buscaba Casado de una paz generosa sin represalias no se consiguió, si bien Franco permitió la posibilidad de que los dirigentes republicanos huyeran al extranjero directos al exilio.


Madrid cae. El final de la guerra
El camino libre que las tropas nacionales encontraron según llegaban a Madrid facilitó la entrada en la capital, efectuada el 28 de marzo de 1939. En Ciudad Universitaria los soldados han hecho la paz. Algunas columnas de las tropas que entraron por Moncloa, avanzaron por la actual calle de la Princesa hasta llegar a la Plaza de España.
Sobre las 11.30 horas, el general Prada alzaba la bandera rojigualda en el Ministerio de la Presidencia (Casa de Correos) en la Puerta del Sol.

Esa noche salía del puerto de Alicante el barco ‘Stambrook’ con más de 2.600 refugiados en dirección a Orán (Argelia). El 30 de marzo, desde Gandía, Casado junto a varios de los miembros de la Junta de Defensa Nacional, inician el exilio. Poco antes, Valencia y Alicante eran tomadas por las tropas nacionales. El puerto alicantino fue el último resquicio de esperanza para los civiles que quisieron salir del país a través de los barcos que estaban para dicha acción. El avance de las tropas nacionales llevó a una reacción de histeria colectiva, que terminó por provocar algunos suicidios colectivos. Muchos de los rendidos fueron llevados a la plaza de toros de la ciudad, a cines y teatros y al Almendral de Vistahermosa.

El 1 de abril finalizaba el conflicto. A las 22 horas de ese día, desde Burgos se comunicaba en el conocido último parte de guerra, que “cautivo y desarmado el Ejército Rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado”.

Tras termina la Guerra Civil, la mayoría de los soldados rasos que defendieron la República fueron liberados, si bien es verdad que las cárceles españolas estaban abarrotadas con más de 270.000 presos. Por su parte, los tribunales militares dictaron más de 50.000 penas de muerte, de las cuales se cumplieron la mitad.

Después de casi tres años de combate, se rompía todo vestigio del sistema legítimo de la Segunda República. Atrás quedan aquellos tiempos en los que se cantaba ‘La Internacional’ con el puño en alto, en los que ondeaba la tricolor y Madrid avivaba con pancartas la proclama del “no pasarán”. La Segunda República seguiría existiendo en el exilio hasta 1977, aunque con carácter simbólico al haber en España un régimen dictatorial con Francisco Franco, tras el cual llegaría la Democracia.

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