jueves, 16 de agosto de 2012

Ecuador concede el asilo a Assange y Reino Unido intenta evitar su salida


Tras más de cuarenta y ocho horas de silencio, el ministro de Relaciones Exteriores de Ecuador, Ricardo Patiño, ha dado a conocer a través de Ecuador TV que su país concederá el asilo diplomático a Julian Assange, quien sigue refugiándose en la embajada londinense desde el pasado 19 de junio.

Ante los diversos medios de comunicación internacionales presentes en la Cancillería, Patiño ha informado de tal concesión a través de un discurso, en el que se han dado once puntos básicos defendiendo tal decisión. Amparándose en el derecho internacional, y en las posibilidades -punto quinto del discurso- de ser extraditado a Estados Unidos “sin las debidas garantías para su seguridad e integridad personal, en la posibilidad de que no reciba un juicio justo y ser juzgado por tribunales especiales y sufrir un trato degradante”, Ecuador abre la puerta a que en los próximos días Assange vuele al país latinoamericano.

En dicho discurso, han alabado su labor como fundador y principal divulgador de WikiLeaks, más cuando destapó en Ecuador una trama de corrupción que llevó a la expulsión del embajador estadounidense. Abrieron su defensa destacando su papel como “profesional de la comunicación, galardonado internacionalmente por su lucha a favor de la libertad de expresión, la libertad de prensa y de los derechos humanos”.

Tras conocerse la concesión del asilo, algunos de los asistentes a la rueda de prensa en rompieron a aplaudir, haciéndose eco Twitter a los pocos instantes. El propio Julian Assange, desde su cuenta en la famosa red social, daba las gracias, en castellano, a Ecuador por la decisión tomada.


De rumores a hechos
Pocas horas después del anuncio del ejecutivo de Correa de responder esta semana a su solicitud, en Twitter ya circulaban los rumores adelantados por ‘The Guardian’, cuyas fuentes consultadas aseguraban un final positivo a esta historia. De hecho, ‘Assange’ seguía siendo Trending Topic hasta bien entrada la noche del martes a nivel mundial. A pesar de que eran varias las voces que daban por sentado la respuesta de Quito, hasta que el ministro Patiño ha hablado, nadie podía confirmar nada.

El principal obstáculo: Reino Unido
A pesar de la puerta que se le abre a Assange, la historia puede todavía complicarse gracias a Reino Unido, quien no tiene intención de dar el brazo a torcer. No es ya sólo por la sentencia que firmó el Tribunal Supremo de dicho país, sino por la “obligación legal” que dicen tener para extraditarle a Suecia para ser juzgado por los dos delitos de abusos sexuales.

En la rueda de prensa, el ministro Patiño rechazó la “amenaza explícita” expuesta ayer por autoridades británicas amenazando con irrumpir en la embajada ecuatoriana de la metrópolis para detener a Julian Assange, quien violó la libertad condicional que se le concedió para protegerse de ser extraditado al país escandinavo. Según el Ministerio de Exteriores, de llevarse a cabo las acciones británicas, se estaría incumpliendo la Convención de Viena (art. 22) y la Carta de Naciones Unidas (art. 2.4.) al establecer las normas internacionales “la inviolabilidad de los locales de las misiones diplomáticas, de forma que no puede irrumpirse en ellos sin la autorización del Estado acreditante”, algo que Ecuador no piensa hacer.

Lo cierto es que Julian Assange tendrá una salida difícil. Lejos de un camino de rosas, su salida puede conventirse en una persecución por las calles londinenses. Cuando pise suelo británico, fuera de la embajada, los agentes pueden hacer presente su potestad y detenerlo. Ecuador sopesa la idea de darle un particular salvoconducto con estatus diplomático, aunque la policía no vería validez en ello. Una opción viable, aunque no entraría en los planes, sería alargar su estancia en la embajada. Uno de los casos más conocidos fue el del cardenal húngaro József Mindszenty (1892 - 1975), quien se refugió en la embajada estadounidense tras la invasión soviética de Hungría por más de diez años.

Con todas las cartas puestas sobre la mesa, Baltasar Garzón, quien lidera su defensa, asegura que Reino Unido está obligado a conceder un visado a su cliente para salir del país. De negarse dicha petición, ha mostrado su intención de acudir a la Corte Internacional de Justicia. En las últimas horas ha recordado que el país debe “cumplir con la Convención del Refugiado y respetar el riesgo que corre una persona víctima de una persecución política”.

Amnistía Internacional, por el contrario, ha comunicado que no comparte la visión de Ecuador y entiende que su asilo político no está justificado, defendiendo su extradición a Suecia para “investigar los supuestos delitos sexuales”. Otro cantar será qué pasaría si desde allí deciden enviarle a Estados Unidos para ser juzgado.

El antecedente contradictorio: Pinochet
Si con Assange parece que Reino Unido está firme en la decisión de extraditarlo a Suecia, hay un antecedente a analizar la contrariedad con la que el gobierno de Su Majestad puede actuar: el caso de Augusto Pinochet, en el que también intervino el magistrado Garzón. Se pidió formalmente su extradición a España tras su arresto en Londres para ser juzgado por genocidio durante la dictadura chilena (1973 – 1990). Tras un primer movimiento favorable británico, el gobierno del laborista Tony Blair anuló dicha sentencia y permitiió marchar libre a Pinochet a Chile en el año 2000.

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