viernes, 1 de julio de 2011

La Red Social: la otra historia de Facebook


JON BURGOA | Madrid
Hace mucho que se estrenó en cines; su salida en DVD fue hace meses y hace tiempo que no se habla de ella. Pero como en estos casos tengo costumbre de mezclar pasado, presente y futuro, en esta ocasión vengo con La Red Social bajo el brazo.
La historia desconocida –para muchos– de la creación de la mayor red social. Una historia de sexo, dinero, talento y traición, tal como subtituló Ben Mezrich su libro “Multimillonarios por accidente”, germen de la película de David Fincher con guión de Aaron Sorkin.
Una obra maestra y un clásico moderno digno de ser estudiado en las facultades. Distintas calificaciones para una visión sobre uno de los mayores avances tecnológicos del siglo XXI. Trajo polémica, y aunque lo veamos como algo normal dentro de la sociedad de la información, costó a su creador largos litigios y enemistades. “No haces 500 millones de amigos sin hacer algunos enemigos”. ¿Quién puede negar tal afirmación?

Jugamos con una historia a dos tiempos. Una recreación de los hechos y el acto presente, años después de la creación de Facebook, cuando se tiene que enfrentar en dos demandas.

Una introducción 100% garaje rock con música de The White Stripes da paso a la historia, que obliga al espectador a mantenerse atento a los primeros minutos para no perder detalle de lo que ocurre. En un diálogo brillante, con más de cien cortes para montarlo, se nos muestra a Erica Albright (Rooney Mara) y Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg). Pareja antes de entrar en el bar y enemistados al salir. Está cargado de indirectas que dejan ver el carácter de ambos. Por una parte, una chica inteligente pero fría, arrogante y con orgullo. Por otra, un chaval poco sociable, con un trastorno obsesivo compulsivo y con ganas de entrar en un Final Clubs para demostrarle a Erica que vale. Inseguro, se infravalora al pensar que ella prefiere a remeros o a gente de élite, y él no aporta nada de eso a la relación. La frase final de Mark complica la cita, por lo que Erica decide acabar con todo ello. Su respuesta de “será porque eres un gilipollas” ya deja al espectador diciendo “espera, que esto puede estar interesante”.

Con muchas cosas en la cabeza tiene que olvidarla. “Es fácil, pero se necesita una idea”. Cierto. En estos casos, hay que ocupar la mente con todo lo que sea, mientras sea ajeno a incluir algo de esa persona. Tras escribir borracho en su blog, con frases referidas a Erica, como su apellido o el tamaño de sus pechos, decide hackear los directivos de las residencias de Harvard para que la gente elija a las alumnas “más macizas”. Junto a sus compañeros Dustin Moskovitz, Chris Hughes y Eduardo Saverin, la idea del posterior Facebook arranca.
Es el bulo o historia no oficial. Zuckerberg niega que ese fuera su origen, y en ese caso hay que verlo con prudencia; pero si lo que he visto en el libro es verdad, queda descubierta la trama de que la mayor red social comenzó porque un friqui de los ordenadores quedó despechado al dejarle su novia. Visto esto, ya uno puede utilizar el nombre de Erica Albright para referirse a esa persona que consigue provocarle a uno un cambio radical.
En el litigio posterior, la asistente que defiende a Zuckerberg se sorprende cuando le comenta que esa web recibió en apenas dos horas más de 22.000 visitas.

Las consecuencias no se hicieron esperar; apertura de expediente y seis meses de prueba para Zuckerberg por esta bromita que consiguió destapar agujeros profundos en la red de seguridad de la universidad. Después de esto, entran en juego los hermanos Cameron y Tyler Winklevoss, remeros –posteriormente olímpicos– quienes piden que les ayude en su proyecto de “Harvard Connection”. Quizá el detalle de que fueran remeros y que pertenecieran a un Final Clubs, cosas que quería conseguir por Erica, le mueven a ayudarles.
Pero ayudar significa estar comprometido con lo que se va a hacer, cosa que Mark decide no hacer, ya que prefiere el juego a dos bandas, con escapadas de su proyecto para afianzar una idea que, aunque parte de cierta base de su proyecto, es independiente. Tal como se puede ver, no es lo mismo una página de citas que “Thefacebook”, proyecto que inicia con Saverin como director financiero. Una gran idea, en la que la gente pudiera subir sus fotos, información personal, invitar a amigos y lo que daría el carácter particular al proyecto, la relación sentimental. El porqué de que la gente vaya a ciertas clases, se siente cerca de otras personas y demás. En definitiva, la posibilidad de conocer a gente.

La gente empieza a conocer “Thefacebook”, mientras que en el campus la expresión “facebookeame y quedamos” se expande como la espuma. Llegado el momento, la posibilidad de meter anunciantes es vista por Saverin como la solución para rentabilizar la empresa, y el de salir a otras universidades como Yale o Columbia vista por Mark para darse a conocer.
Esta salida provoca la entrada en escena de Sean Parker, creador a sus 19 años de Napster, que dudo que tenga el carácter que Justin Timberlake le da en la película. Le veía como otro friqui de los ordenadores, con treinta años y viviendo con sus padres. Multimillonario, sí, pero con tan poca vida social como Mark en su momento.
A partir de su aquí, la relación entre Mark y Saverin empieza a romperse, y aunque fue idea suya la actual presentación como “Facebook” y la expansión a Europa, como en Reino Unido, es posiblemente el artífice de la ruptura de la amistad entre los principales protagonistas de la historia.
La aparición de inversores en la entidad, y la reducción de la participación del 34% al 0,03% de Eduardo Saverin provocan su enfado, echándole en cara a Mark que le ha mentido, amenazándole de demandarle reclamando el total de la creación de “Facebook”. Llegado este momento, uno llega a ver que el engañado y verdadero protagonista de la película es Saverin y no Zuckerberg.
El final de La Red Social conecta con el comienzo, al presentarnos con Baby, You’re a Rich Man de The Beatles a un Zuckerberg delante del ordenador actualizando la página tras enviarle una petición de amistad a su ex, Erica Albright, que está metida en la red que inventó. "Paradojas de la vida", solté en su momento.

Opinión personal:
Cuando en su momento salió, y viendo que El discurso del Rey se posicionaba como favorita, la veía segundona. Pero su gran papel en los Globos de Oro y en los BAFTA se vieron agradecidos con los tres premios que consiguió en los Oscar. Que ganara al mejor guión adaptado no era sorpresa, sí que lo fue el de mejor banda sonora; acostumbrado a ritmos y tonos melódicos, casi sinfónicos, el aire rompedor de Trent Reznor y Atticus Ross le daba novedad. El tercero, a mejor montaje, después de la primera escena no me cabe la duda que era el mejor.
Tiene diálogos sorprendentes, algunos muy profundos, y un guión tremendamente elaborado, con mucho tecnicismo obviamente, pero elaborado y refinado para poder entenderse.
La actuación de Eisenberg no llega a convencer. Quizá el carácter soso en algunos momentos y retrograda en otros no llegan a fundirse muy bien, aunque ello no implica que su actuación no tuviera una nominación, que era merecida. El proyecto dirigido por David Fincher no deja indiferente a nadie, porque a pesar de lo que mucho que pueda ganar o perder, dejarnos ver la creación de “Facebook” es una historia que en general interesa. Mucha gente desconoce una herramienta social que utiliza a menudo, y a veces es bueno saber su origen.
La escena de la discoteca en San Francisco me pareció interesante, al igual que la escena del club en Cisne Negro, por la complejidad del rodaje en sí misma, tal como comentaron los actores en el making off. La escena siguiente, de la Regata Real Henley sí que llegó a sorprenderme. Con una técnica de “zoom inclinado” hace que la profundidad de enfoque parezca superficial, asimilándose a una maqueta. Dos minutos apenas de regata sin apenas comentarios con In the hall of the mountain king de fondo, le da un carácter ajeno a la trama principal de la película, pero que queda englobada por la importancia que tiene para los Winklevoss.
Sobraba, a mi parecer, la actuación de Justin Timberlake, que ni pincha ni corta en una historia que le es ajena, además de no pegar bien como actor. Vale que se necesite a alguien para interpretar a Sean Parker, creador de Napster, odio de las discográficas, pero poner a un músico que depende de sus discos, es tan paradojo como afirmar que Teddy Bautista es un santo y que la SGAE no roba.

Valoración personal: 9

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