martes, 14 de septiembre de 2010

El poema del oprimido


Hoy me he levantado algo nostálgico. No sé si son los madrugones que llevo, el acumulamiento del cansancio y de pensar que hay que entregar trabajos pronto, o que, de nuevo, necesito evadirme de Madrid.
Hace un año exacto que volví de Euskadi. Una sensación atípica. Por una parte, por diversos factores, era necesario que volviera a Madrid; pero por otra parte, no quería irme de allí. Consigo disfrutar de una libertad que aquí siento privada, lejana e incompleta. Y es que, ciertamente, allí, las cosas las veo desde otro punto de vista.
Deseo volver. Mis más allegados ya lo saben. Saben que quiero aquella tierra por encima de muchas cosas, que esa tierra es también la mía. Donde puedo decir que, en parte, me he criado.
Donde existe un paisaje que aquí no se ha inventado, donde hay una cultura antiquísima que ha aguantado los envites de las edades, donde la belleza la puedes plasmar en un lienzo o en una fotografía, donde las olas son parte del encanto que tiene, al igual que sus montes... Donde existe la figura de un pueblo, el eco de una nación invisible, que se pierde por los bosques de Urdaibai y por la cumbre del Anboto, y que se extiende hasta el Cantábrico. Donde las sombras juegan, intentando ser ellas mismas, a buscar el futuro...
Prometí volver. Y esa promesa, por lo que significó para mí, he de cumplirla, aunque sea dentro de unos años. Aunque tenga que volver en autobús hasta la más que conocida Termibus, en tren hasta Abando o en mi coche. Pero la cuestión es regresar.
Volver a pisar esas calles por las que he pasado tantas veces. Pasar por la Gran Vía bilbaína, por el Bulevar donostiarra y por el paseo de La Concha, inmortalizados hasta la saciedad porque nos encantan esas estampas tan románticas. Sigue siendo mi destino predilecto, y ojalá vuelva pronto. También, me es esquiva la foto frente a Santa Clara, pero supongo que en algún momento vendrá.
Y para acabar otra entrada, que veo que se me va la pinza, si no el tendero, por momentos, os dejo el vídeo de Zapalduen Olerkia (El poema del oprimido), una gran canción del grupo Ken Zazpi.

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