viernes, 24 de septiembre de 2010

Dudas, piensas, "tedeas" y te pierdes

Visto y comprobado que sólo cuando me entra la morriña, estoy de ánimos flojos o más que pensativo con ciertos asuntos es cuando mejor escribo en este blog. Debe ser que así siempre hay un motivo para escribir aquí, si no, no tengo ni idea.
Me veo casi en la misma situación que en noviembre del año pasado, días después de cumplir años, cuando tenía cosas que replantear y, cuyo avance, lo veía muy fácil. Me agarraba a ello como un clavo ardiendo tras pasar por algunas broncas y plantearme el seguir, y después lo solté de golpe, de un terrible hostiazo que me impactó tanto que dolió lo inimaginable.
No quiero volver a recordar aquello, y aún menos cuando hace dos semanas, me dieron más motivos para no hacerlo, técnicamente el pasar a otro estado me lo pusieron en bandeja de plata, como comentó el amigo que me acompañaba en aquel momento.
Aquel episodio de hace meses, de un modo u otro, ha podido condicionar siguientes pasos. Defendí aquello aunque me costara algunas tonterías. Condicionó -en parte- una bronca sin arreglo, una vuelta a las andadas sin complejos y un regreso a la ciudad para pasar, ver, acelerar el paso consiguiendo que me desenganchara del anzuelo.
La semana pasada, ésta por consiguiente y seguramente la que viene, por no seguir adelantando acontecimientos, las he vivido, vivo y viviré con un carácter desanimado.
Como decía Alameda do Soulna, "tengo la sensación de que ya nada me funciona, y en realidad todo camina bien. Entiendo ya, por fín, que poco son problemas y que en verdad sólo los busco yo". Nada más alejado de la realidad, realmente puede describirlo.
La semana pasada, la noche del viernes al sábado, ya de madrugada, antes de irme a Soria, veía como todo -sin siquiera haber ocurrido aún nada- se empezaba a desplomar.
Es de esas veces, como he tenido y he visto, que te da por pensar en lo peor, atendiendo única y exclusivamente a la parte negativa, sin ver nada positivo. Si la experiencia me ha recomendado algo es que las ilusiones son un espejismo, y es preferible verlo de forma negativa.
En caso de que no salga como uno espera, sabes ya lo que era y el golpe sigue siendo fuerte, pero de menor contundencia que si fueras positivo. Si por el contrario, desde el punto de vista negativo, tienes la suerte de que sale positivo, punto a tu favor.
Bueno, como iba diciendo, esa noche, saliendo de lo hondo y de la necesidad de poner alguna burrada exagerada que me hiciera ver que eso no iba a acabar como rezaba, terminé por poner que no se me diera un volante, pues nunca se sabía si en un alarde de locura diera un volantazo.
Esta mañana, saliendo de clase, en el aparcamiento de la Facultad, han atropellado a una chica. Supongo que me hizo reaccionar ante la burrada que puse aquella noche.
Al día siguiente -aunque lo recibí ayer- una amiga me comentó el estado. Obviamente, no todo el estado era malo; sólo la primera parte, si bien la segunda era una dedicatoria. Pues, como decía en la respuesta, me decía que pensara bien en lo que decía, que siempre hay algo o alguien que te hace seguir adelante.
Siempre hay un día que te levantas y parece que todo va bien. Nada de estrés, que todo en esta vida llega. Ayer lo vi, y lo releí unas cuantas veces. Y le di vueltas a aquello.
Y durante un rato me animó, pero luego bajé de nuevo a la realidad, para encontrarme una situación que si no da palos de ciego cada vez más, poco le queda. Una situación que parece como una balsa, sólo se puede llegar a tierra si todos los factores te son favorables. Veo que cada vez, ya con menos tiempo, se agotan los recursos, y empiezan a escasear las formas de seguir adelante.
No creo que sea como el capitán Smith en el Titanic o Larra en su piso de Madrid, pero sí en un estilo metafórico mucho más moderado, como en El día de difuntos de 1836.
La impotencia por no poder precipitar más aún las cosas hace que te cabrees, te entran ganas de golpear o romper algo, sea lo que sea. Al final uno se puede cansar de ésto. Como el reo que sabe que su hora está cerca, y sólo puede contar las horas y minutos para que le llegue su final. Somos así de ansiosos, lo queremos todo ya.
La espera es una angustia. Alargar el tiempo no es bueno, y a no ser que sean por motivos importantes, en todas las situaciones, es más factible tomar la decisión ahora que prorrogarla más tiempo. Te puedes evitar los problemas posteriores.
Visto así, parece una ventaja.

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