martes, 28 de septiembre de 2010

¿De qué sirve entonces?

Más nostálgico, si cabe, que la semana pasada, me presento ante este blog que ha conseguido plasmar con sutileza -ya que la realidad, algo más dura, la reservo para las charlas- muchas de las cosas que he odiado, aterrado, querido y echado de menos.
Anoche creo, sinceramente, que tenía que reflexionar. Son unos cuantos los problemas que me rondan últimamente. Y no da abasto. Parece un maldito cúmulo de cosas que las he visto venir y las estoy teniendo que aguantar, pero que no veo su final.
Debe ser que no hay nada peor -en mi caso- que un cuadro de ansiedad aguda para ver qué está pasando realmente, buscar explicaciones de ello e intentar solucionarlo.
Si la semana pasada me lancé con una entrada amplia, detallada, casi explicando frase por frase -y entre líneas-, párrafo por párrafo, en este seré algo más conciso y breve, pues no voy a describir todo aquí, como todas las cosas, muchas de ellas nos las callamos por intimidad o por protección.
Las casualidaes existen. Y a veces, nos sorprendemos del poder tan asombros que pueden llegar a tener muchas de ellas. Cuántas historias se podrían contar uniendo casualidades. Hay algunos episodios que sí podría unir con ellas, como decía la película. Pero hay veces, que esas casualidades te llevan a una situación, a un lugar, a un tiempo determinado, y te cambian por completo. Una llamada, un viaje, un encuentro, una persona...
Puedes pasar de la absoluta indiferencia, de un escalón intermedio a un estado de gracia del que no te quieres bajar por encontrarte satisfecho y a gusto con lo que hay, pero que en el momento más inoportuno ves que te caes como un castillo de naipes.
Cuando las cosas no salen como uno espera, parece activarse un sistema reflejo que intenta sobreponerse a las adversidades, pero que dificilmente lo consigue. Es entonces cuando hay que pasar los baches y cargar con nuestra pena.
Necesitamos esa dosis de optimismo, de alegría, de adrenalina en nuestro cuerpo para cambiarnos el ánimo. Cuántas veces hemos querido eso y cuántas nos ha sido denegada. Y el no conseguirlo, sinceramente, duele.
Duele tanto que el corazón está a punto de un ataque de ansiedad agudo y, mira por dónde, me he encontrado varias veces así. Demasiado sensible para unos, demasiado frío para el resto. Si lo mezclo en una coctelera, sale un combinado nada recomendable, pero es lo que hay puesto en la receta.
Muchas veces, no basta con desearlo, hay que oírlo. Frase mítica de Los amantes del Círculo Polar que consiguió darme hace tiempo otra perspectiva de las cosas, así como que puedo contar mi vida uniendo casualidades. Y que, si pudiera, quisiera correr hacia atrás, unas horas hacia atrás, una vida...
Todo con tal de solucionar las cosas y darle la vuelta al asunto para que muchas cosas hubieran salido bien, como aquellas que me preocupan en estos momentos, y cuyo futuro veo negro.
No pretendo obligarte, ni persuadirte ni nada de nada. Simplemente quiero que comprendas que todo lo que sucede me sobrepasa. Puedes, igual que yo, leer entre líneas conversaciones o canciones. De algo, seguro que te suena.

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