sábado, 17 de noviembre de 2012

Pero a tu lado, Enrique

Otro año más nos faltas. Tu ausencia se sigue sintiendo trece diecisietes de noviembre desde que te fuiste de repente, sin avisar, sin dejar un adiós. Quizá un recuerdo, un nombre, pero por cómo eras, era comprensible que lo guardaras para tus adentros, en ese lugar que sabías defender a capa y espada de los ataques externos que te atosigaban. No te conocí en vida como para poder recordarte mejor. ¡Ojalá, caballero de la triste mirada! Aunque tú no lo sepas, tus canciones han labrado varias experiencias, han llenado horas de estudio y lectura, han copado ciertas acciones y han hecho que escribiera sobre un vidrio mojado, en algún momento de los últimos años, las cuatro, cinco, seis o siete letras de las chicas que en cierto momento me gustaron.

Hace dos mese pasé delante de tu penúltima morada. Cruzar Espíritu Santo número 23 no estaba en mis planes aquella tarde de septiembre, pero como por cosa del azar, las calles de Madrid me hicieron llegar hasta ese punto donde se apagó tu voz. Triste sol de medianoche el de aquel 17 de noviembre de 1999 en el que no volviste ver amanecer, Enrique... Hijo pródigo de la Movida madrileña, gran amigo de tu Malasaña querida, aún tu recuerdo vive entre los que seguimos la estela de tus secretos. Gracias por dejarnos, musicalmente, estar a tu lado.

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