jueves, 19 de septiembre de 2013

Crítica de 'La gran familia española'


Daniel Sánchez Arévalo ha vuelto a demostrar por qué es uno de los directores jóvenes con más proyección en el panorama actual. Su cuarta película, La gran familia española, ha conseguido plasmar una buena historia, con la final del Mundial como catalizador de todas las emociones, a partir de un guión sencillo del que ha sacado el máximo provecho, mejorando el nivel dejado por su anterior película, Primos. Culpa de ello lo tiene la alineación de Sánchez Arévalo, ese once titular con el que ha sabido rodearse esta vez. Unos habituales de oro como Quim Gutiérrez y Antonio de la Torre; una chica que es una catarsis en sí misma, Verónica Echegui; Héctor Colomé; jóvenes en proyección como Patrick Criado, Sandra Martín y Arancha Martí y dos incorporaciones que hay que apostar porque vuelvan a coincidir con el madrileño: Miquel Fernández y un asombroso y tierno Roberto Álamo, muy diferente de aquel que se nos presentó en La piel que habito. Amén del cameo obligado de Raúl Arévalo, que con poco que decir le vale para hacer sonora la carcajada.

La historia de una boda en el momento más inoportuno, la del "benjamín" de la familia. Una familia atípica, como todas o casi todas, con el hermano depresivo, el hermano retrasado, el hermano que se fue y el que se quedó, y el descerebrado que decide casarse. En resumen: Adán, Benjamín, Caleb, Daniel y Efraín. Nombres bíblicos, del mayor al menor y por orden alfabético, que responden a los ecos dejados por Siete bodas para siete hermanos (Stanley Donen, 1954). Por contra, la novia embarazada (Arancha Martí), su melliza rebelde (Sandra Martín) y la tía de ambas, Cristina (Verónica Echegui), partícipe de un triángulo amoroso con Caleb (Quim Gutiérrez) y Daniel (Miquel Fernández). Sánchez Arévalo ha sabido reflejar en pantalla una realidad: ninguno somos perfectos, todos tenemos nuestros miedos y nuestras mierdas, pero sólo basta con un momento para olvidar todo, en esta ocasión el Mundial que nos llevamos de Sudáfrica.

Obviamente, Sánchez Arévalo ha querido construir una comedia y, sin duda, tiene el mérito de ser una de las mejores del cine patrio del año y, ojo, de la década. Pero no podemos obviar que detrás de todo está esa carga dramática que emerge a raíz de las subtramas. La depresión de Antonio de la Torre, personaje interpretativamente continuación del que dejó en Primos; las conversaciones huidizas entre hermanos o ex parejas; los debates sentimentales aparecidos de pronto y con consecuencias inimaginables; o los descubrimientos de los secretos de familia, capaces de cambiar todo. Envolviéndolo todo están esos pequeños grandes detalles que rodean a La gran familia española. Esa coreografía camino del altar al son de Feel so close (licencia artística, pues la canción es del 2011 y la película transcurre en 2010); esa escena de la piscina y el álbum de recuerdos bajo los acordes de Josh Rouse; ese montaje maravilloso de las dos conversaciones familiares simultáneas, capaz de sacar las risas de la sala (detalle de esa risita de Echegui, que enamora) y ese sentido común que intenta transmitir el personaje de Verónica Echegui, el alter ego femenino del director. Queda claro que la película consigue su objetivo en algo más de hora y media de metraje: ofrecer una historia divertida que, para alegría o desgracia de sus protagonistas, discurre durante la final del Mundial. Pero mirándolo desde otro punto de vista, La gran familia española permite rememorar, por unos segundos, la alegría desbordada y sentida por el gol de Iniesta.

Datos a tener en cuenta:
Director: Daniel Sánchez Arévalo
Reparto: Quim Gutiérrez, Verónica Echegui, Antonio de la Torre, Miquel Fernández, Roberto Álamo, Hector Alterio, Patrick Criado, Sandra Martín, Arancha Martí...
Género: comedia, drama
Nacionalidad: española
Estreno en España: 13 de septiembre de 2013
Duración: 101 minutos aprox.
Clasificación: para todos los públicos
Valoración personal: 8,5

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