"Era lo que ellos llamaban territorio comanche en la jerga del oficio. Para un reportero en una guerra, ése es el lugar deonde el instinto te dice que pares el coche y des media vuelta. El lugar donde los caminos están desiertos y las casas son ruinas chamuscadas; donde siempre parece a punto de anochecer y caminas pegado a las paredes, hacia los tiros que suenan a lo lejos, mientras escuchas el rudio de tus pasos sobre los cristales rotos. El suelo de las guerras está siempre cubierto de cristales rotos. Territorio comanche es allí donde los oyes crujir bajo tus botas, y aunque no ves a nadie sabes que te están mirando. Donde no ves los fusiles, pero los fusiles sí te ven a ti".
Territorio comanche, 1994
Ese libro, a pesar de ser tan pequeño, constituye para mi uno de los más grandes que hasta ahora he leído. Su influencia, junto a la de otros libros, amigos y situaciones, moldeó un poco más la perspectiva que tengo sobre el ser humano, y me hizo plantearme si mi sitio no estaría en lugares como aquellos, con un micrófono en la mano, o quizá con una cámara al hombro, como el incombustible Jose Luis Márquez. Finalmente, o al menos de momento, no he tenido arrestos para lanzarme de cabeza a esa piscina.
ResponderEliminarPor si no la has visto, te recomiendo la versión cinematográfica del libro, rodada de la mano de Gerardo Herrero. Incluso publicaron un volumen con el guión de la película, adaptación bastante buena del libro, puente incluido.
Por otra parte y si te gusta Pérez-Reverte, te recomendaría El pintor de batallas. Es otra forma de interpretar la lucidez que otorgan veintiún años saltando de guerra en guerra.
Gran entrada. Un saludo.